La mano de E.T |
"Su dedo largo y huesudo apenas atinaba a rozar el esférico que antte sus ojos de huevo saltones giraba y giraba, sin parar ni un segundo, muy muy rápido, casi a la velocidad de la luz, curiosamente la misma luz por la que había viajado tantas y tantas veces hacia el planeta Tierra desde su casa, la que ahora añoraba y a la que no podía ni sabía cómo volver. Y no, no podía. No podía parar la bola del mundo para hacerlo suyo aunque fuera una décima de segundo para asentarse en ella, para sentirse dentro del tiempo, ese tiempo loco, de chasquidos incontrolables, que obsesionaba a sus habitantes estresados". (Microrelato creado por Carmen Alcázar)
Llamando a la mujer acción... Escucho de Alejandro Sanz... Pero no. Hoy, no. Puede que haya días, incluso horas, en que yo misma me autoanalice y me venga arriba, capaz de comerme el mundo y enfrentarme a lo que sea que venga y al ritmo que requiera la ocasión para cualquier asunto vital . Pero hay otros, - y supongo que esto nos pasa al común de los mortales en algún momento de nuestra existencia- que como hoy nos paramos a pensar demasiado con la consecuencia de, al final del día, la mañana o la hora, sentirnos incapaces de hacer siquiera de nuestro mundo, eso, sencillamente nuestro. No, no me refiero a lo que muchos estáis pensando, particular y concreto de este momento preciso; hablo más bien de una mirada general, corriendo incluso años a través por lo que me queda por vivir. Sí, lo sé, pensaréis: ¿crisis de los 30? Tal vez...
Sea como fuere: que no, que no me siento preparada para todo lo que está por venir. Mis dedos,como los de la extraña criatura de mi fantasioso relato de arriba no atinan a agarrar el mundo, mi mundo, para decir "ea! aquí estoy, y aquí me bajo, o vamos a ver qué se puede hacer, voy a tirar por aquí o allá, espera y me lo pienso un rato o dos...". No, no puedo. Mi mundo la mayoría de las veces gira más rápido de lo que yo misma soy capaz de hacerlo correr.
Y mira cómo corre, qué cobarde es el tiempo... No sé si algún físico o científico con valor bombilla tendría la respuesta a la ecuación de espacio y tiempo a la que me refiero, porque si echo la vista atrás me planteo, reflexiono, me asusto incluso al ver cómo en tan corto espacio de tiempo mi esférico,- si diriáse que es azul, claro, cómo no iba a serlo-, ha podido girar tan deprisa, sin darme apenas cuenta, sin que mis ojos parpardearán a la llegada de esa luz dentro de ese tiempo que se evapora, sin más, que pasa por mi vera y yo sin atraparlo en mis huesudas manos. O pasamos. Sí, sí, pasamos nosotros por esa línea de tiempo imaginaria que solemos hacernos los humanos para intentar controlarlo. Así pues yo estoy en un punto llamémoslo "x" del tiempo, de mi tiempo, concretamente -y lo mires por donde lo mires- en un punto "x" crucial del mío, en un punto que lo ha de cambiar todo: desde el color de la luz hasta mi conciencia del puñetero tiempo. Pero, ¡ojo!: en ese punto mío "x" crucial no hay tiempo de adaptación posible, todo, - y ahora si que hablo de ese algo en particular que sabéis los que me conocéis- llega rápido y veloz, a prisas, sin tiempo de ver si valgo o no por mucho que crea que me he estado preparando para ello. Ahí sí que puedo ya concluir con una misiva imploratoria de esperemos que el instinto, -el humano y el animal- eche el resto.
Y así se pasó la tarde... y es febrero... Sí, loco mes el que se avecina y de muchos frentes abiertos, pero evidentemente, no queda otra: para lo demás, para lo general y para lo extenso del vivir y del sentir, seguiré intentando que mis dedos huesudos lleguen a tocar algún punto de equilibrio en la ansiada bola y así, al menos, aún sin poder parar su giro, pueda sentir mi vida rodada a tiempo.
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https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-03-14/momia-nazca-tres-dedos-peru-rusia-extraterrestre_1535423/
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