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lunes, 10 de diciembre de 2012

Entrevista a Antonio Vázquez Jiménez, en La Factoría

ANTONIO VÁZQUEZ JIMÉNEZ, UN ENAMORADO DE LAS AGUAS ROJAS DEL TINTO, LA CUENCA MINERA Y SUS RAÍCES 

Presentación del libro en el Museo
El pasado 15 de noviembre, el nervense Antonio Vázquez presentó su libro El río Tinto, paisaje protegido. Diez rutas para conocerlo (Ediciones Consulcom, 2012) en su Nerva natal.  Como bien explicó el autor en la presentación, el libro nace como un proyecto personal y fruto de las visitas cada vez más frecuentes a su tierra en las que va  reuniendo una amplia documentación de rutas, caminos y también de fotografías de todos los lugares y rincones de la comarca  recientemente declarada como zona patrimonial protegida. (...) 
Portada


Aquí en La Factoría hemos tenido el honor de hablar con Antonio Vázquez Jiménez sobre su su libro El río Tinto: paisaje protegido. Diez Rutas para conocerlo, su amor a su tierra y sus raíces y su visión personal sobre la Cuenca Minera.
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Carmen Alcázar: Para los que no te conozcan, cuéntanos ¿quién es Antonio Vázquez Jiménez
Antonio Vázquez Jiménez: Soy  es un joven de 70 años que disfruta de su familia y que, tras jubilarse después de toda una vida de intensa actividad laboral y empresarial, continúa en activo dedicándose ahora a proyectos personales que le llenan plenamente. Cada dos meses, cuando mis obligaciones de abuelo me lo permiten, me desplazo a esta mi querida tierra para pasar unos días recorriendo el río Tinto o el Odiel o, como vengo haciendo hace un tiempo, sus numerosas minas, documentándolas para darle forma al proyecto que hoy me ocupa. Y, por supuesto, sin dejar de disfrutar de los amigos de siempre.

Antonio Vázquez, de ruta 
C.A.: Nervense de pura cepa, tuviste que emigrar como tantos otros, pero ¿qué recuerdos y anécdotas guardas de tu época en Nerva?
A.V.J.: No me fui buscando un trabajo, ya lo tenía y, bueno, tampoco buscando amigos pues tenía los mejores; me sacrifiqué dejándolo todo atrás sólo por perseguir la ilusión de independizarme y crear algo importante. Para ello, lo primero era formarme, los tiempos en que me tocó vivir generalmente no se lo permitían a los hijos de los trabajadores. Recuerdos, los mejores: una familia maravillosa y una reunión de amigos y amigas estupenda (con los cuales seguimos manteniendo esa amistad, a pesar de la distancia. Tanto, que ahora nos reunimos en Nerva cada 23 de agosto). Tenía el mejor pueblo, mi querida calle Colón, llena de recuerdos de mi infancia, y también esa esencia minera que nunca me ha abandonado.
Esos sábados por la noche que nos juntábamos los amigos, poníamos cada uno lo que podíamos y cogíamos camino de Naya o de la Dehesa o de Riotinto o del pueblo del entorno donde había un baile. Aquellos fines de año inolvidables. Esas fiestas de San Bartolomé y sus mediodías con todos los bares llenos de reuniones. Los pirulitos. O los bailes con el tocadiscos de Florentino en casa de algún amigo o amiga... El paseo lleno a rebosar de chicos y chicas, con esos puestos de pipas, de palmitos, uvas palmas, palodú de palo y ese heladero de la esquina de las cuatro puertas. Las reuniones en mi puerta en los veranos con tantos amigos ya desaparecidos, como Manolo el Chófer, que no paraba de contar chistes, esas veladas en tantos portales de la calle y el paso del personal para el cine de verano… cuántas cosas se han perdido. Qué tiempos tan duros los de la niñez pero qué felices también…Recuerdo que un domingo estaba en el paseo con mi hermana y se me antojó una galleta rellena en uno de los puestecitos. Después de haberla mordido, resultó que valía tres perras chicas y yo sólo tenía una perra gorda. Entonces, la señora me quitó la galleta de la mano y me dijo: "trae la galleta que no tienes bastante, me quedo con la perra gorda por el bocado que le has dado". Yo me quedé desconsolado y sin la galleta.
"Siempre hay que tener un proyecto abierto en tu vida, no puedo pensar en levantarme una mañana y no saber qué hacer, es fundamental tener algo por lo que luchar cada día. Se tenga la edad que se tenga, nunca se debe tirar la toalla y decir que ya lo tienes todo hecho. A los que les sucede eso, envejecen mentalmente sin darse cuenta".

C.A.: En relación a tu carácter inquieto y emprendedor,  y luchador como buen nervense y minero. ¿Crees que a la sociedad de Nerva y la Cuenca, históricamente luchadora por antonomasia, peca actualmente de tener ese carácter adormecido?
A.V.J.: Pues, sinceramente, no sé si ya es el conformismo o la resignación de que no se puede hacer otra cosa, pero quizás no se luche lo suficiente, no lo sé. Hay cosas que no tienen una explicación racional, no se han cumplido por partes de la autoridades muchas promesas realizadas en tiempos de bonanza. La N-435 es una vergüenza, ya hace muchos años que tenía que haberse desdoblado, a la cuenca minera le faltan infraestructuras primarias para atraer inversores que creen trabajo. Se han construido en España autovías, AVES, aeropuertos… En ocasiones sólo por política e intereses algunas veces inconfesables. Quizás falten emprendedores con ideas nuevas que inyecten esperanza al capítulo interminable de la apertura de la mina.

C.A.: Claro, eran tiempos, cuanto menos difíciles. Pero si leemos la referencia biográfica del libro y el comentario de tu hija, la primera palabra que desprende de ti es emprendedor. Ahora son también tiempos complicados, cuéntanos cuál fue la receta de tu éxito y cómo consigues mantener ese carácter inquieto al paso de los años...
A.V.J.: Creo que lo principal en la vida es proponerse hacer algo, tener fe ciega en ello y, sobre todo, luchar por conseguirlo, sin despreciar el tener algo de suerte, por supuesto. Por encima de todo, ser optimista, conseguir ver que aunque todo sea muy difícil, siempre hay alguna parte positiva, aunque sea muy pequeña; a esa es a la que hay que agarrarse. Siempre hay que tener un proyecto abierto en tu vida, no puedo pensar en levantarme una mañana y no saber qué hacer, es fundamental tener algo por lo que luchar cada día. Se tenga la edad que se tenga, nunca se debe tirar la toalla y decir que ya lo tienes todo hecho. A los que les sucede eso, envejecen mentalmente sin darse cuenta.
El autor y su presentadora

C.A.: Y  presentas este primer libro, - no podía ser de otra manera-  en tu tierra, en Nerva,…
A.V.J.: Qué mejor sitio…al menos para mí no lo hay y, si encima tengo la suerte de ser presentado por una fantástica periodista que lleva a Nerva como su bandera…dime si se puede pedir más…
"Desde que comencé a interesarme por el río Tinto, encontré a muchos aficionados a la fotografía y al senderismo que hablaban de él como si fuera algo propio pero al profundizar me daba cuenta de que, en realidad, el río Tinto era un gran desconocido"
C.A.: Hablas en el libro de los cambios que se han producido en la zona tras la marcha de los ingleses y el cierre de la mina. ¿Qué cambios son los que más te chocan cuando vuelves al día a día de la comarca?
A.V.J.: Me marché en 1962, cuando Nerva era un oasis en Andalucía. El pueblo tenía 16.000 habitantes y prácticamente, de forma directa o indirecta, todos dependíamos de la mina… pero comenzaron a cerrar departamentos, coincidiendo con que el Polo de desarrollo de Huelva tenía que triunfar, y comenzaron los traslados y las corrientes de emigración interior y exterior que se llevaron a toda una juventud a buscar mejores medios de vida. Cada año que regresaba a Nerva encontraba más cambios, todos para empeorar la situación. Un año ya no pude bajar como siempre me gustaba por la cuesta del Alto de la Mesa a la Mina por la desaparición de esta tragada por la explotación minera. Luego, le tocó a la carretera, de pronto me encontré una trinchera que partía de la curva del dique de la Central y que bajaba recta al cruce de Nerva, ahí perdimos el contacto con nuestro puente carretera de siempre…cada año más abandono de instalaciones, sin ningún cuidado, todo pasto de chatarreros, y así continúa sucediendo hasta el día de hoy, que intentamos plasmar en fotos lo poco que queda antes de que desaparezca definitivamente.

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