El maestro Gilberto Benítez expone pinceladas de bravura en 'Tauromaquia a la Témpera'

Cartel de la exposición de Gilberto Benítez.

"Por un momento, Gilberto dejó la forma de modelar las personas, los objetos y las piedras para demostrarnos que su pseudocubismo en el arte de la tauromaquia también tiene su sitio, donde las chicuelinas son perfectas, los naturales, mandando y con temple. Y todo trascurre en el centro del cuadro, lo demás como la arena en la plaza son meros espectadores de cómo el picador se agarra fuertemente a la montura, y el toro aprieta con bravura" (Martín Gálvez)

Con estas palabras nos define Martín Gálvez la exposición que se inauguró el pasado día 10 de junio en el Círculo Comercial Mercantil, y que se podrá visitar hasta el 18 de julio: ‘Tauromaquia a la Tempera’. una de las exposiciones más esperadas por los seguidores del pintor local Gilberto Benítez (Nerva, 1931).

De hecho, Martín Gálvez fue uno de los más aventajados alumnos de Gilberto, quien vio "como nacía esa obra, como la terminaba y a ilusión que como un niño ponía", asegura. Incluso nos recuerda alguna de las explicaciones de Gilberto mientras creaba 'Tauromaquia a la Témpera': " En este cuadro, - me decía-, el torero está citando al toro y el toro parece que está midiendo la distancia. Después el torero se le irá acercando y le volverá a citar y entonces,... entonces nacerá otro cuadro. ¿Lo entiendes gálvez? El tema taurino tienes que entenderlo y apasionarte porque si falta alguno de esos elementos nada te sale".

La muestra 'Tauromaquia a la témpera', en el Círculo Comercial Mercantil de Nerva. Foto: P. Alcázar

De esta manera, la muestra de Gilberto Benítez propone casi un recorrido cronológico perfecto de la lidia de un toro, reflejando con maestría y soberbia todos los lances con el capote, la suerte de varas, las banderillas o la suerte suprema: "volvió la mirada atrás y pintó como se hacía antiguamente, sin nada de pinturas industriales, y eso, junto con un tema que le apasiona como es la tauromaquia, -y el flamenco que encanta también, pero ese es otro tema para profundizar mas adelante-, hace que el resultado sea único".

Y todo ello plasmado de una manera tremendamente fiel al noble oficio del toreo, - "con toros llenos de fuerza, de bravura, con capotes llenos de plasticidad, y toreros llenos de arte"- , y en el que se vislumbran ciertos aires picassianos a ritmo de un movimiento simplemente espectacular con el que Benítez logra sumergir al espectador en la plaza, esbozando incluos el miedo ante el astado y hasta el olor de la arena en una tarde tórrida de toros.