RICARDO PÉREZ PASCUAL, ASESOR TAURINO
DE CASTA NOBLE: Este jubilado nervense siente una verdadera pasión por el toro. Hombre de casta noble, culto, campechano y activo. Además, es aficionado a la cazar, y sus "amigotes" degustan su buena mano en la cocina de campo.
La centenaria plaza de toros de Nerva fue en antaño testigo de grandes corridas, mítines y de todo tipo de espectáculo. En los tiempos que corren, en los que todo se pierde, Ricardo Pérez Pascual mantiene viva la pasión por los toros, ya que para él "es una afición muy bonita, muy española y antigua".
A sus 76 años, a Ricardo le corre por las venas el capote, la verónica y el ruedo ya que "recuerdo cómo mi abuelo materno, mi padre y yo nos íbamos en burro a Zalamea y hasta a Aracena a ver los toros", explica.
Sin embargo, aunque le hubiera gustado, no es torero porque "el torero no se hace, nace", en palabras de Ricardo. A pesar de ello, hace ya algunos años fue un verdadero maestro del toreo; allí, en el Valle de la Cuenta, en su siempre concurrido huerto, montó una escuela taurina. Entre sus 12 díscipulos destacó Raúl Corralejo, "del que he sido maestro, mozo de espada y apoderado", explica emocionado Ricardo.
Aunque ve los toros desde la barrera, desde 1971 Ricardo es asesor taurino, y ha ido a muchas plazas para dejar constancia de sus amplios conocimientos. Asimismo, tiene bastantes amistades en el mundo taurino, "he frecuentado muchas ganaderías y tengo un montón de amigos toreros, desde los Campuzano a El Cordobés", reconoce.
Otra de las pasiones de este nervense es la fragua, un oficio ya perdido y con el que se ganaba la vida desde joven. Durante 42 años, estuvo trabajando en Talleres Mina forjando de todo, incluso las piezas de las locomotoras. Cuando llegaba a casa, e incluso tras la jubilación, seguía trabajando en la fragua de los Reposo, "haciendo herraduras y arreglando herramientas del campo, porque me encanta y disfruto con el oficio", declara Pérez.
A pesar de su edad, se define como un hombre inquieto y muy activo. Antes en su huerto, y ahora en su garaje, gusta mucho de reunirse con sus amigos a charlar y degustar la exquisita carne de campo que él mismo cocina.
Si acaso le ha faltado un poco de valor y oportunidad para encarar el toro, pero Ricardo Pérez es un maestro en los ruedos de la vida, un hombre que lucha por lo suyo y le echa un capote a quien haga falta.
(Publicado el 11 de agosto de 2004 el el diario Huelva Información)
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