Su primer arcoiris. Foto de Josué Correa |
Hace dos semanas cayó un meteorito que confinó a los habitantes de la tierra a vivir, por un tiempo incierto, sin ver la luz del sol más allá de la ventana...
Podríamos así comenzar un relato fantástico e increíble de lo que sucede y se extiende en todo el globo terráqueo, por qué no, y echar toda la imaginación posible y más allá para quitar hierro al asunto. La gente en sus casas, - sigue el cuento- pintaba miles de arco-iris en las ventanas y se colgaba a diario millones de mensajes llenos de ánimo y fuerza de los balcones; los vecinos aplaudían cada tarde a los héroes de a pie que están en primera fila de la batalla, al filo de la hecatombe producida, luchando cuerpo a cuerpo en la cruzada, dignos todos ellos de millones y toneladas de ramilletes de admiración y respeto.
Puede que nos haga sonreír esta historia tal y como podemos sonreír a lo largo del día en con los miles de memes que vemos en el wasap o las redes sociales, y mucho mejor aún con las ocurrencias de nuestros niños en casa, nuestros campeones, que también luchan como mejor saben: jugando y bailando.
Sí, podemos disimular a cada rato, pero ya nadie tiene reparo en reconocerlo. Tenemos miedo, y mucho, por los efectos de este meteorito en todos los órdenes de la vida, el maldito COVI- 21, ante sus cifras de expansión descarnalizada y sin miramientos de ningún tipo y sufrimos. Sufrimos leyendo noticias, viendo la televisión, empatizando con los enfermos, con los sanitarios y con los que salen ahí fuera para hacer posible que se sencillamente se viva con unos mínimos de normalidad, o que también se muera dignamente en los hospitales o los improvisados pabellones y hoteles "hospitalizados".
ArcoIris. Por mi Alejandro |
Pero lo que no podemos doblegarnos ante él, no dejemos que el #todosaldrábien" sea sólo un slogan políticamente correcto en estos tiempos que tanto necesitamos los ánimos y los abrazos, aunque sean virtuales y porque no queda otra que así sean en este #quédateencasa que estamos cumpliendo como unos jabatos. Me niego a rendirme, me niego a que este confinamiento mine mi mente, mis ganas y mi fuerza, por mucho que yo no sea ni haya sido nunca la mujer más optimista del mundo. No, claro que no, no quiero pecar de ingenua, veo a diario lo que hay, o lo que nos muestran los medios, y no me cabe la menor duda que ahí fuera, en el día a día, es mucho peor.
Por eso, tal y como insistí hace unos días en la radio de mi Nerva, es necesario siempre verle la cara positiva a esta situación, por muy difícil que nos parezca, que lo es, por muy escondida que esté entre las lágrimas que compartimos. Porque sólo así, quedándonos con lo bueno que sale de nosotros mismos ante la caída del "meteorito", - con esa misma ironía con la que canta José Carlos Escobar Perianes-, hará posible que podamos reflexionar sinceramente y de una vez por todas sobre lo realmente importante, de lo en serio que va sobre lo efímero de nuestra existencia, sin ir más allá del aquí y del ahora... Ese "meteorito" con nombre de virus va a ser el que nos cambie para siempre, quizás era necesario como en la canción de Rozalén y Estopa para aprender a valorar, quizás sea este meteorito el que nos haga querernos más a nosotros mismos, a los que nos rodean, a la sociedad de la que formamos parte.
Y cómo, cómo mantenernos en pie ante todo esto. Cómo no mirar por la ventana de nuestra ciudad o pueblo fantasma y no echarnos a llorar con el ánimo por el suelo... Desde luego no tengo la respuesta adecuada ni correcta. Sobre todo porque la solución está en cada uno, y eso si que es una verdad como un templo. Sigo con Jose Carlos y su "deja de buscarla fuera, se encuentra dentro de tí" . Hay que rebuscarse ahí, ahí en los adentros, y más ahora que tenemos tiempo de disfrutarnos para mantenernos ocupados, -que no preocupados-, todo el tiempo en lo que nos mueve, sea lo que sea, en retomar aquello que no hacemos por dejadez o porque nos lo quita el ritmo de vida, vertiginoso cada día, eso sí, fuera de las cuatro paredes que ahora conforman nuestras horas y horas. Y en esas ando, en volviendo a las andadas, que dirían los de Cornellá (qué musical me ha salido el post, oye): ahora que he vuelto a pintar con la ilusión de niña, vuelvo también a abrir esta ventana mía y a mi manera, a ver si de una vez por todas no se queda en un intento más ni en agua de borrajas... Abro la ventana y miro a la blogosfera y a donde me dé la gana, y escribo por mí y mi bienestar mental y sentimental, y por supuetso también por todos aquellos que en estos días "encerrados", quieran seguirme, leerme y matar su tiempo confinado con mis retales, mis versos, mis sensaciones, mis noticias, mis fotos o vídeos por alguno de mis blogs.
Vamos, corramos la cortina, y comencemos juntos un viaje a la blogosfera, uno de esos que antes hacíamos por estos espacios y con el que consigamos endulzar la maldita cuarentena. Eso sí, será sin movernos del sofá, ya sabes: #QUÉDATEENCASA.
2 comentarios:
Magnífico punto de vista amiga Carmen
Precioso
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